top of page
  • Bianco Instagram Icona
  • Bianco Facebook Icon
DoppiaEsposizione.png
Copertina DE 2.jpeg

Laboratorio di scritture e altre discipline

Immagine del redattoreRedazione


José Ángel Cilleruelo è un poeta, narratore, aforista e critico letterario nato a Barcellona nel 1960. Ha pubblicato le raccolte: El don impuro (1989), Salobre (Premio Ciudad de Córdoba-Ricardo Molina Hiperión 1999), Formas Débiles (Premio Hermanos Argensola Visor 2004), Maleza (2010), Tapia con mirlo (2014) e le poesie in prosa: Glería de charcos (2009), Vitrina de charcos (2011), Becqueriana (2015) e Cruzar la puerta que se quedó entornada (2017). Nel 2018 ha pubblicato la raccolta La Mirada. Antología esencial (Fondo de Cultura Económica). Di narrativa ha pubblicato El visir de Abisinia (2001), Trasto (2004), Doménica (2007), Al oeste de Varsovia (Premio Málaga de Novela, 2009), Una sombra en Pekín (2011) e Ladridos al amanecer (2011). Ha scritto anche il libro di aforismi Lunáticos (2017). I testi seguenti sono tradotti da Alberto Pellegatta.



Gli armadi senza vestiti

i cassetti vuoti

il colore delle trapunte

dimentico le lenzuola

buie di umidità

le lampadine bruciate

sfilacciati tappeti

apparati inerti

e vetri rotti.

La vita in quel tunnel

secondo piano a sinistra

numero venti quattro

era senza di te un’ulcera

senza di te era il nulla.


*


Los armarios sin ropa

los cajones vacíos

el color de las colchas

olvidado las sábanas

oscuras de humedad

las bombillas fundidas

deshiladas alfombras

aparatos inertes

y cristales partidos.

La vida en aquel túnel

segundo puerta izquierda

número veinticuatro

era sin ti una úlcera

sin ti era la nada.


*


Se domando loro cosa vogliono, dicono

niente, che guardano i mobili solo

per piacere, per passare il pomeriggio. Insieme

ai corpi, sussurrano: l’armadio

lo vogliamo più grande, cercheremo

una credenza alta dove ci stiano

i vestitini del bambino quando cresca

e i giocattoli: da grande saprà

il colore dell’infanzia. Girano intorno

per tornare a incrociarsi davanti al letto

matrimoniale con i comodini in legno nobile.

Non guardano mai il prezzo che non possono

pagare. I venditori alle loro spalle

scherzano e scherzo anch’io e dimentico

che ho scelto i mobili via catalogo,

di notte, tirata la tenda, Solo,


*


Si les pregunto qué desean, dicen

que nada, que miraban sólo muebles

por gusto, por pasar la tarde. Juntos

los cuerpos, cuchichean: el armario

lo querremos más grande, buscaremos

una cómoda alta donde quepa

la ropita del niño cuando crezca

y los juguetes: de mayor sabrá

el color de su infancia. Dan rodeos

para volver a cruzar ante una cama

de matrimonio con mesitas nobles.

Nunca miran el precio que no pueden

pagar. Los vendedores a su espalda

se burla y me burlo igual y olvido

cómo elegí los muebles por catálogo,

una noche, al cerra la tienda, Solo,


*


Una stazione senza nessuno sulle banchine,

una panchina sul viale e nessuno vicino,

un magazzino abbandonato,

il culmine di un binario morto,

un autobus vuoto,

un giardino solitario,

un treno senza luci,

l’alba,

un buco.

Io.


*


Una estaciòn sin nadie en los andenes,

un banco en la avenida y nadie cerca,

un almacén abandonado,

el tope de una vía muerta,

un autobús vacío,

un jardín solitario,

un tren sin luces,

la madrugada,

un hueco.

Yo.


*


L’istante in cui la pastiglia effervescente entra nel bicchiere. In cui il sale insaporisce l’acqua che bolle. In cui l’alimento cade nella padella con l’olio molto caldo. Una piccola esplosione domestica. Il momento in cui il palloncino che gli adolescenti hanno riempito alla fontana sbatte contro il suolo. In cui la bomba della cicca che la bambina gonfia le scoppia sulle labbra. In cui il bicchiere che è scivolato dalla mano del cameriere salta e va in frantumi. Così, la lettura di una poesia.


*


El instante en el que la pastilla efervescente entra en el vaso. En el que la sal sazona el agua que hierve. En el que el alimento cae en la sartén con el aceite muy caliente. Una pequeña y doméstica explosión. El tris en el que el globo que los adolescentes han llenado con agua de la fuente choca contra el suelo. En el que la pompa del chicle que la niña hincha estalla en sus labios. En el que la copa que ha resbalado de la mano del camarero salta y se hace añicos. Así, la lectura del poema.


*


EMILY


Una donna scrive la parola

pioggia. La legge lenta.

La sente sbattere

sui vetri, come annega

nelle tubature, colora di nitrato

argenteo le strade.


La annusa e i suoi odori

risvegliano giorni

nascosti nell’infanzia.

La sente sulla pelle,

la sua umidità nei capelli,

le gocce sugli occhi.


Adesso scrive due parole:

una donna. Le legge. Lentamente


Una donna scrive.

Giorno e notte cambiano

attributi e con l’incertezza

dell’ora la luce

raggiunge la maggiore

trasparenza.

Il quaderno sul tavolo, la finestra

spalancata, la tazza. La matita, grande

taciturna, già attende i disegni

del momento per esprimerli.

La donna sulla sedia incrocia le gambe

e i pensieri, con la mano

si accarezza la natica, il ginocchio. E scrive.

Con una certa inquietudine le cose mostrano

la loro intimità. La luna

controlla il territorio prima di andarsene.


Una donna la cancella

dal silenzio quando le luci raggiungono

la tela di chi osserva.

Sulla parete le ombre

ballano. Le loro mani prendono

un libro da dove colano

colori che non vedono gli occhi

e che gli occhi vedono

fare giri nella stanza. Sensazioni,

suoni, strade di città

che conosce senza averle mai viste,

conversazioni

che sente senza sentire e vite

ai piedi del letto

che si fanno accarezzare.

Con la porta chiusa,

e nulla rimane fuori.


Una donna si disinteressa

delle circonferenze. Delle mappe.

Delle scadenze. Delle conseguenze.

Dimentica la geometria. Sdraiata

per terra, il fresco delle piastrelle

sulla schiena ricrea

per il suo corpo le nubi dei cieli.

Non sta da nessuna parte il reale.

Non occupa spazi né consuma tempo.

Evoca, vola, dice. Una luce visionaria.


Una donna libera

i capelli davanti allo specchio.

Scioglie, si allunga la chioma

sul collo, sulle spalle,

sulla schiena. Inquadra il gesto

con cui si osserva.

Le mani si rivoltano.

Con le dita li pettina.

Capelli splendidi. Un corpo splendido.

La pelle registra i caracolli

dei capelli si inclina la testa

per osservare il cielo

che le travi occultano.

La vita è uno strano

proposito composto momento dopo momento.

L’insignificante, il prezioso.


Una donna confida

le proprie preoccupazioni all’ombra

bianca dell’olmo.

Le paure, la disattenzione

con cui parla del tempo.

Abbandonati nella neve falsa.


Una donna scrive. Lo scialle

sulle spalle, il rumore

della matita quando graffia

la carta. Le mensole dei libri.

Uno, dimenticato sul divano,

solitario in una stazione ferroviaria.

La lampada e il suo sforzo

per aggiungere sfumature

alla penombra. I rimorsi.

Scrive adagio perché succeda qualcosa intorno.

E succedono le parole.


*

EMILY


Una mujer escribe la palabra

lluvia. Lenta la lee.

La oye repiquetear

en los cristales, cómo anega

las cañerías, pinta con nitrato

plateado las calles.


La huele y sus olores

despiertan días

ocultos en la infancia.

La siente por la piel,

su humedad en el cabello,

gotas sobre los ojos.


Ahora escribe dos palabras:

una mujer. Las lee. Lentamente.


Una mujer escribe.

Día y noche permutan

atributos y con la incertidumbre

de la hora la luz

alcanza la mayor

transparencia.

El cuaderno en la mesa, la ventana

de par en par, la taza. El lápiz, gran

taciturno, ya aguarda los designios

del momento para expresarlos.

La mujer en la silla cruza piernas

y pensamientos, con la mano

se acaricia la nalga, la rodilla. Y escribe.

Con certera inquietud muestran las cosas

su intimidad. La luna

vigila el territorio antes de irse.


Una mujer abre la cancela

del silencio cuando las luces llegan

al lienzo de quien mira.

En la pared las sombras

bailan. Sus manos toman

un libro por donde se cuelan

colores que no ven los ojos

y que los ojos ven

dar vueltas en el cuarto. Sensaciones,

sonidos, calles de ciudad

que conoce sin nunca haberlas visto,

conversaciones

que oye sin oír y vidas

a los pies de la cama

que se dejan acariciar.

Con la puerta cerrada,

y nada queda fuera.


Una mujer se desentiende

de las circunferencias. De los mapas.

De plazos. De secuelas.

Olvida la geometría. Acostada

en el suelo, el frescor de las baldosas

en la espalda rehace

por su cuerpo las nubes de los cielos.

No está en ninguna parte lo real.

No ocupa espacios ni consume tiempo.

Evoca, vuela, dice. Una luz visionaria.


Una mujer libera

el cabello frente al espejo.

Suelta, se extiende la melena

por el cuello, los hombros,

la espalda. Encuadra el gesto

con el que se contempla.

Las manos la revuelven.

Con los dedos la peina.

Un pelo hermoso. Un cuerpo hermoso.

La piel registra los caracoleos

del cabello si inclina la cabeza

para observar el cielo

que las vigas ocultan.

La vida es un extraño

propósito compuesto instante a instante.

Lo nimio, lo valioso.


Una mujer confía

sus preocupaciones a la sombra

blanca del olmo.

Los miedos, el descuido

con el que habla el tiempo.

Abandonados en la falsa nieve.


Una mujer escribe. El chal

sobre los hombros, el rumor

del lápiz cuando araña

el papel. El estante con los libros.

Uno, olvidado en el sofá,

solitario en una estación de tren.

La lámpara y su esfuerzo

por añadir matices

a la penumbra. Los remordimientos.

Despacio escribe para que ocurra algo alrededor.

Y ocurren las palabras.


bottom of page